lunes, 1 de junio de 2009

¿Por qué decimos Jesús cuándo estornudamos?


En la antigüedad se creía que las personas poseían malos espíritus en su interior. Cuando se estornudaba se pensaban que los expulsaban y para que el cuerpo quedase en calma se decía Jesús.

Los egipcios y los griegos veían advertencias divinas en los estornudos. Se consideraban buen agüero si se producían por la tarde y malos si se estornudaba por la mañana. El estornudar hacia la izquierda era una mala señal y era favorable hacerlo hacia la derecha. Se tenía por venturosa la persona que estornudaba al nacer y eran muy perniciosos los que se producían al salir de la cama o al levantarse de la mesa. Para contrarrestar los posibles efectos negativos los griegos decían “Vivid”, tanto si estornudabas como si era otro el que lo hacía.

Según José María Iribarren, algunos suponen que en una epidemia que hubo en Roma por el 591, bajo el pontificado de Gregorio I, los atacados de la peste morían en estornudando, y que de aquí vino la costumbre de decir “Dios te bendiga”, y que después se simplificó, diciendo salud, Jesús, u otra expresión semejante, pero este uso es, como decimos, mucho más antiguo, y dicha tradición, fabulosa, como afirma Feijoo en su Teatro Crítico.”

En España se solía decir Jesús tanto el que estornudaba como los que le oían estornudar, y los que llevaban sombrero se descubrían en un saludo. De ello dice Covarrubias: “El descubrirnos la cabeza cuando uno estornuda trae origen de que el que estornuda, volviendo en sí de aquella turbación de los sentidos, dice Jesús, y los circunstantes le ayudan, invocando el mismo nombre, y a él hacen reverencia.” También dice que la voz estornudo, procede del verbo latino sternuo, sternius y se tomó del sonido que causa el que estornuda al “exprimir” con fuerza las letras S, T, R.

También se dice que tuvo su origen en una epidemia de viruela ocurrida en África en el siglo VI. Que se empezó a usar en Sevilla como “Dios te ayude o “Jesús , María y José” por un catarro epidémico acaecido en 1580 que privaba de la vida instantáneamente al lanzar el estornudo. Incluso que se saluda así su noble origen, según afirma Montaigne y así es recogido por José Mª Iribarren en su El porqué de los dichos: “¿Me preguntáis de dónde proviene esa costumbre de bendecir a los que estornudan? Nosotros producimos tres clases de viento: el que sale por abajo es demasiado puerco; el que exhala nuestra boca lleva consigo algún reproche de glotonería, el tercero es el estornudo; y porque viene de la cabeza y no es acreedor a censura, le tributamos honroso acogimiento. No os burléis de esta sutileza, de la cual, según se dice, Aristóteles es el padre.”

El médico árabe Abunh Sina (Avicena) dice al describir la sintomatología de algunas epidemias: “Un estornudo continuado anuncia generalmente el principio de la enfermedad; así es que en cuanto se oye estornudar se pide a Dios que aparte el peligro. Los árabes propagaron la costumbre por el mundo entonces conocido”.

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